Hoy me levanté temprano, madrugué, para ser más exacto..
luego me bañé, me cambié, me perfumé y salí para el trabajo, todo eso en 15
minutos.. a una cuantas horas me topé con una de esas reuniones informales de
compañeros de oficina y me acerqué para intervenir como es costumbre en mí,
ellos en pocas palabras empezaron a notar mi “extraño” aspecto físico, me
reclamaron que un ingeniero no tenía por qué estar “despeinado”, “mal arreglado”,
“con la camisa por fuera” y con barba.. sinceramente lo primero que pensé fue –
vea pues, yo ni cuenta me había dado – enseguida empecé a analizar mentalmente
que efectivamente era el único de los casi 30 ingenieros que compartimos esta
sala de trabajo, que me veía diferente.. primero me sentí raro, pero enseguida me
percaté de lo interesante de ser diferente, de romper, sin intención, un
paradigma social tan impregnado al común del trabajador, que hasta muchos aseguran
que nuestro trabajo y nuestro accionar depende, en mucha parte, de la forma en
que nos arreglamos.. seguramente, si nos analizamos como cifras, una variable determinante
y proporcional a la actitud, organización y orden en el trabajo, sería la forma
de vestir y de verse, ahora, eso sería totalmente cierto, creo, si todos tuviésemos
el mismo criterio que defina el buen vestir y el verse bien.. algo muy
subjetivo, no creen?. Yo por mi parte, criado con un toque ortodoxo y con
valores de la vieja escuela, me sentiría muy mal vestido si tuviese el bello
facial “arreglado”, “delineado”, me sentiría un poco femenino y, en
consiguiente, un poco fuera de lo que considero sería “verse bien”… luego, lo que
me parece muy interesante es como logramos sentirnos tan seguros de una verdad
subjetiva, una verdad improbable, hay verdades más sencillas de comprobar para
determinar si somos buenos para un trabajo o no, muchos de los juicios que
emitimos, casi siempre de los demás, son basados en lo que creemos como única e
irrefutable verdad (propia), y lo más triste es que si son temas ligados al ser
humano, muy seguramente en menos de 1 generación esa tan arraigada verdad ,
termina siendo una anécdota antigua por contar, ejemplos hay miles, desde la redondez
del planeta, hasta las famosas “modas”, y no solo de vestir; siempre las
creemos como verdades absolutas... y cada vez en menos tiempo, la misma
evolución y velocidad de avance de nuestra humanidad, nos va haciendo tragarnos
las palabras y cambiar a la fuerza, entonces me invito y los invito a que
juzguemos, en lo posible, bajo criterios medibles, no dejemos en manos de la
subjetividad o del criterio humano, juicios de valor sobre compañeros, sea en ámbito
laboral o personal.